Dan Brown, hasta hace poco un auténtico desconocido dentro del panorama literario, ha conseguido –al menos- vender 500.000 ejemplares de El Código Da Vinci en nuestro paÃs, y treinta millones a nivel mundial.
¿Quién dijo que el pasado no estaba a la orden del dÃa? Sin duda, el best-seller de la temporada ha reavivado la polémica tocando uno de los temas que más atraen: la religión. En palabras del periodista Peter Millar, de The Times, “este libro es, sin duda, el más tonto, inexacto, poco informado, estereotipado, desarreglado y populachero ejemplo de <
La idea de que MarÃa Magdalena no fuera, como dicen los Evangelios aceptados por el Catolicismo, una prostituta sino la más amada entre los discÃpulos, e incluso la mujer de Jesús, vuelve a cobrar protagonismo. Según El Código, el Santo Grial es en verdad el Sangreal, la Sangre de Cristo, la cual se encontraba en el vientre de la Magdalena por medio del hijo que esperaba. De ser asÃ, los templarios no custodiaron a lo largo de los siglos el Cáliz, sino a los divinos descendientes. Obviamente, esta hipótesis choca directamente con la Iglesia, que sale a la defensiva. Del mismo modo, Brown afirma que ninguno de los seguidores de Jesús pensó que Él era Dios, sino que fue divinizado mediante el Concilio de Nicea del emperador Constantino. Sin hablar de la dura crÃtica hacia las costumbres y peculiaridades de los miembros del Opus Dei…
La presunta participación de Leonardo en el Priorato de Sión puede ser cierta o no, lo verdaderamente sorprendente es la simbologÃa que Brown saca al descubierto de las dos obras que comenta a fondo: La Virgen de las Rocas y La Última Cena (El Cenáculo). El que bajo mi punto de vista es el genio más grande de la Historia, Leonardo Da Vinci, sabÃa -y mucho- de simbologÃa. Curiosamente, las religiosas que le encargaron la realización de La Virgen de las Rocas (que hoy dÃa se encuentra en la National Gallery) quedaron, al parecer, asustadas al ver que era San Juan Bautista el que bendecÃa a Jesús y no al revés –además del asunto de las manos de Uriel y la Virgen-, llegando al extremo de “hacerle pintar el cuadro de nuevoâ€�, de ahà la copia que podemos encontrar en el Louvre, digamos más “tradicionalâ€�. Asimismo, resultan llamativas las facciones femeninas que presenta el personaje sentado a la derecha de Jesús en El Cenáculo (de Santa Marie delle Grazie, en Milán) que tradicionalmente se ha afirmado que era Juan pero…, ¿y si fuera MarÃa Magdalena? ¿Acaso Leonardo no sabÃa distinguir los rasgos de cada uno de los sexos? Y yendo un poquito más allá, ¿de quién es la mano con el puñal que es imposible que pertenezca a alguno de los que aparecen claramente? ¿Y dónde está el Cáliz?
En mi opinión, el éxito se debe simplemente a la excelente combinación, en capÃtulos breves y de lectura sencilla, el arte, la religión y las caracterÃsticas propias de una novela de aventuras. A esto hay que sumarle la mayor operación de marketing de la historia editorial de Estados Unidos, ya que el autor envió 11.000 ejemplares de su libro a libreros y crÃticos antes de su publicación, acogiéndole la crÃtica con los brazos abiertos. Quizá ha sido por esta última razón, y por el boca a boca, que otros libros polémicos, pero que ni son estadounidenses ni han tenido tal publicidad, hayan pasado casi inadvertidos…, tal es el caso de El Evangelio según Jesucristo, del portugués José Saramago.
Curiosamente, siempre hay gente dispuesta a sacar partido. Tenemos como muestra el libro Las claves del Código Da Vinci, editado en nuestro paÃs, que no hace nada más que dar hipótesis sin conexión alguna y con muchos saltos en el transcurso de los temas que los autores pretenden tratar. Y Hollywood, cómo no, también se sube al carro habiendo anunciado ya la inmediata filmación de la pelÃcula, que tendrá como protagonista a Russell Crowe a las órdenes del director de Una mente maravillosa, Ron Howard. Para concluir, y que cada uno piense lo que quiera, la afirmación de Rafael Carbona dentro de la separata El Cultural del diario El Mundo: “Si es cierto que los malos libros inspiran excelentes pelÃculas, habrá que esperar una obra maestraâ€�