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Quijote y Sancho hoy

3.3.05
Ore : 12:02 a. m.

-.AVISO: ESCASO VALOR LITERARIO--

(Otro concurso del colegio... No doy para más, pero medio punto en la final es medio punto...)

Si hoy día el gran hidalgo de nuestra literatura volviera a cabalgar por tierras manchegas se mostraría aún más contrariado que hace cuatro siglos. Los gigantes, esos molinos, ya no son lo que eran. Aquellas grandes aspas de antaño han sido sustituidas por otras más modernas, más innovadoras. Sin embargo, probablemente seguirían siendo para él seres enormes aunque quizá algo más demacrados. Y esos castillos medievales, es decir, las ventas, bien los encontraría vacíos, bien alumbrados con indescriptibles luces de neón, que él concebiría como una gran fiesta de los señores.

Se podría decir que el hombre de hoy, de la postmodernidad, es realista. Un Sancho rejuvenecido, quizá algo más ilusionado debido a los avances de la ciencia, pero aun así un hombre centrado en alcanzar determinados objetivos estereotipados: reconocimiento social, fortuna, estabilidad laboral…

Casi un siglo después de que se afirmara con tristeza que “a España le sobran los Sanchos y le faltan a menudo Quijotes� la situación no varía. Buscamos la comodidad, aferrándonos incluso a la pereza que, aun debiendo brillar por su ausencia para forjar un mejor desarrollo, sigue siendo una de nuestras más leales amigas.
Nos asustan las situaciones utópicas, ¿para qué intentarlo si no lo vamos a conseguir? Partiendo de ese supuesto no sólo no nos motivamos sino que, asimismo, nos autoconvencemos de que ya habrá otra persona que se preocupe de hacerlo por nosotros.

No obstante, ser realista conlleva una serie de factores positivos que no deben caer en el olvido. Los castillos en el aire, que en este caso ya no son las ventas quijotescas, que se derrumban suelen hacer ruido, además de, obviamente, mermar los ánimos de quien en su momento los hizo. Y esto no quiere decir que ser realista es sinónimo de ser pesimista, aunque ambos conceptos suelan emparejarse de forma incorrecta. Del mismo modo, tampoco se refleja el realismo en el optimismo. Es afrontar las diversas situaciones una vez se ha reflexionado sobre ellas. Los pies están en el suelo, pisándolo de forma real. Tocando la realidad.

Quizá parte de la culpa de este realismo esté en la globalización de la información. Conocemos al detalle todo lo que ocurre en el mundo. Cada segundo surge una nueva noticia de la que somos conscientes tal y como sucede – obviada la manipulación mediática -. Tenemos acceso a mucho más conocimiento que en otras épocas lo que hace que el realista se plantee que qué es lo que no ha sido inventado ya. Por lo que se impone a sí mismo una serie de limitaciones, teniendo una serie de posibles proyectos al margen debido a que nunca será capaz de lograrlos. Seres prácticos que, como Sancho, llaman al pan, pan y al vino, vino.

Sin embargo, Sancho no estaba solo. Sin él es cierto que la Historia no continuaría, pero hace falta el verdadero impulsor, el verdadero promotor: la figura del Quijote. Es un personaje al que no tildaría de iluso. Sabía, dentro de su locura, qué quería. De hecho, el tiempo ha demostrado que no estaba tan loco como se pensaba. Tenía otra forma de entender la realidad, todos lo sabemos, pero no por eso es menos correcta. Bien es cierto que planteándose cosas imposibles se pueden llevar otras a cabo, de menor tamaño, mas igual de importantes.

Y, cayendo en el tópico, ¿cuántas veces hemos oído la frase de “si quiero, puedo�? En mi opinión, la máxima de las personas idealistas es ésta. Hay ocasiones en las que no se obtienen los resultados esperados, pero incluso los más grandes genios afirman que los experimentos antes de alcanzar su meta no han sido fracasos, sino formas de conocer cómo no se debe realizar.

Hay pocos idealistas. La Humanidad de la postmodernidad los extraña. ¿Quién va a cambiar el mundo? ¿Quién va a revolucionarlo con sus nuevas teorías? Y más aún, ¿cuándo se les va a reconocer su trabajo? Decimos de ellos que están locos, que viven en otra realidad, que se evaden de los problemas del mundo… Incluso Hemingway llegó a afirmar que “un idealista es un hombre que, partiendo de que una rosa huele mejor que una col, deduce que una sopa de rosas tendría también mejor sabor� Pero son estos Quijotes los que hacen que el planeta siga girando. Los idealistas, en vez de centrarse en la estricta realidad, intentan aportar nuevas soluciones desde su punto de vista.

No se fijan límites determinados. Quizá sus proyectos en un principio puedan parecer utópicos pero, considerando la definición (plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación) que no sea posible en el momento de su formulación no quiere decir que no se pueda llevar a cabo en un futuro, que, además, no tiene porqué ser muy lejano.

Lanza en astillero, bien realista, bien idealista, debemos afrontar el mundo en que vivimos y, aunque predominen los Sanchos, hemos de fomentar la figura del caballero en un rocín con “más tachas que el caballo de Gonela�. Sin duda, nuestro tiempo, para seguir avanzando, necesita este tipo de héroes para algunos, e ilusos para otros, que son los que verdaderamente dan sentido a las nuevas metas que se van creando. Cuánta razón tenía Federico Fellini cuando afirmó que “el único realista de verdad es el visionario�, aquella persona que ve más allá de la simple realidad que nos rodea.
--FIN DE LA EMISIÓN-- (LO AVISÉ)

posted by Cristina Huertas at 12:02 a. m. | Permalink |

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